lunes, 15 de diciembre de 2008
Manuel Antonio Fernández (Manolo) por Jimena Pestalardo
Manolo se dedica a la fotografía hace diez años. Aprendió a usar una Reflex en unas vacaciones en las que tuvo la fortuna de compartir su estadía con la hija del dueño de un laboratorio quien tenía en su poder cuatro cámaras y ¡cuarenta rollos! Manolo trabaja en un laboratorio, me cuenta que los primeros años aprendió mucho, pero que ya no queda mucho por aprender (en su ámbito laboral, claro).
Manolo vive en Olivos con su gato que se llama Ateo, una colección de música preciosa (que recuerda a la de su padre de vinilo) y su novia Bárbara que sabe precisamente dónde se encuentran los folletos de sus muestras y por esto, en un tono muy jocoso, lo acusa de machista.
Manolo saca fotos con su cámara digital o con una cámara de formato medio que adquirió hace poco, se la compró a una pareja de personas mayores, la cámara viene en una valija que provoca una reminiscencia a otros tiempos, a Manolo le gusta mucho que esto sea así.
Manolo pasó por varios talleres de fotografía; comenzando por Gabriel Valansi y más recientemente con Daniel Merle. Hizo muestras colectivas, una de ellas con la gente del taller de Merle con quien publicaron un libro de fotografías - La Ciudad de la Espera - también fue seleccionado en el 2007 en concurso del Fondo Nacional de la Artes y ahora mismo fue seleccionado por la Fundación Lebenshon en un concurso de título Convivencia al que mandó una foto que le sacó a Bárbara en uno de los escenarios que veremos en sus fotos.
En su camino por la fotografía fue variando temáticamente y formalmente; en un principio le gustaban las abstracciones, las luces, hizo una serie de retratos sobre un rollo en el que había tirado una serie de luces callejeras, ahora sus fotos son sobre espacios bien concretos; el objeto de interés está siempre en el centro, esto también fue algo que Manolo buscó y encontró, antes dejaba un aire, un espacio y el objeto estaba en alguna esquina, ahora el espacio lo rodea completamente.
El recorrido por sus fotos es como entrar a un mundo que tiene algo cotidiano, a Manolo le gustó mucho lo que le dijo Maxi Bellman en una comparación de su obra con los “ready made” de Duchamp según la cual Manolo nos invita a fijar la atención en algo en lo que en principio no hay interés.
Manolo muestra tres series:
Serie de laboratorio (su espacio de trabajo), según su propia descripción son escenas sórdidas, con decadencia y caos; busca contrastar estas características con la prolijidad en sus tomas y composiciones.
Serie de elementos urbanos y naturales, tema sobre el que todavía está trabajando y no tiene una idea precisa de qué forma final tendrá.
Espacios descontextualizados es algo sobre lo que trabaja desde siempre, son espacios que conducen a otros mundos (como portales).
En la mayoría de sus fotos no hay gente y cuando aparecen están de espaldas, nunca son el centro de la escena; son escenas que parecen apocalípticas y que revelan el paso del hombre por el espacio-tiempo.
A Manolo le gustaría dejar de hacer series, empezar a trabajar con un objetivo temático, tener el control de la situación, que hubiera gente (como en sus primeros retratos) y que el espectador al mirar sus fotos pudiera tener un doble registro; el documental y una mirada irónica; ya sea que estas funcionen juntas o que se pisen.
El lado oscuro de la luna, así termina nuestra entrevista; Manolo es un tipo silencioso, pero ojo, no se olviden de que toca la batería.
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