anexo acuatico

hola peces y pescadas, mundo acuatico, espacio de agua. FLOTANTE, posible.

Apenas el rumbo de la corriente, es tan fácil sumarse como alejarse.Planctón, algas, alimento no falta. Permanecer es un acto de amor; participar, pura generosidad. Un solo nombre,un equipo, cardumen. Anexo, el que esta cerca. Muy cerca.

mucho trabajo para mucha gente



muestra colectiva

muestra  colectiva

sábado, 20 de junio de 2009




Dibujo
Pluma
Papel
de Alexis

domingo, 14 de junio de 2009

sábado, 13 de junio de 2009

felisberto hernandez, texto de compañia

GENEALOGIA
1.
Hubo una vez en el espacio una línea horizontal infinita.
Por ella se paseaba una circunferencia de derecha a izquierda. Parecía como que cada punto de la circunferencia fuera coincidente con cada punto de la línea horizontal.
La circunferencia caminaba tranquila, lentamente e indiferentemente. Pero no siempre caminaba. De pronto se paraba: pasaban unos instantes. Después giraba lentamente sobre uno de sus puntos. Tan pronto la veía de frente como de perfil. Pero todo esto no era brusco, sus movimientos eran reposados. Cuando quedaba de perfil se detenía otros instantes y yo no veía mas que una perpendicular. Después comenzaba a ver dos líneas curvas convexas juntas en los extremos y cada vez las líneas eran mas curvas hasta que llegaban a ser la circunferencia de frente. Y así, en este ritmo, se pasaba la joven circunferencia.

2.
Pero una vez la circunferencia violentó su ritmo. Se detuvo mas tiempo que de costumbre: quedó parada con el perfil hacia mi y el frente hacia la línea infinita. Parecía observar en el sentido opuesto de su camino. Pasó mucho tiempo sin ver nada a lo largo de la línea infinita. Pero la intuición de la circunferencia no erró: de pronto, con otra ritmo violento, de andar brusco, de lados grandes, se acercaba un vigoroso triángulo. La circunferencia giro sobre uno de sus puntos y los demás volvieron a coincidir con los de la horizontal en el mismo sentido que antes.

3.
Pero el ritmo de la circunferencia fue distinto al que antes: no era indiferente ni tan lento. Poco a poco iba tomando la forma de una elipse y su ritmo era de una gracia ondulada. Tan pronto era suavemente mas alta o suavemente mas baja. El vigoroso triángulo se precipitaba regularmente violento. Pero su velocidad no prometía alcanzar a la elipse. Sin embargo la elipse se detuvo un poco hasta que el precipitado triángulo estuvo cerca. Esa misma corta distancia los separó mucho tiempo y nada había cambiado hasta que el triángulo consideró muy bruscos sus pasos, prefirió la compensación de que fueran más numerosos y más cortos y se volvió un moderado pentágono.

4
Ahora, hecho un pentágono era mas refinado, menos brusco pero no más veloz, ni menos torturado de problemas. Su marcha era regular a pesar de la contradicción de sus deseos; ser desigual, desproporcionados sus pasos, arrítmico. Y pensó y pensó durante mucho tiempo sin dejar de marchar tras la suave serenidad de la elipse. La elipse no se cambió mas, además era sin problemas, espontáneamente regular y continuada. Y todo parecía excitar mas al pentágono que de pronto resolvió el ultimo problema volviéndose un alegre cuadrilátero.

5.
Pero una vez, la elipse rompió la inercia de su ritmo. Hasta en este trance fue serena. A pesar de la velocidad y de la brusca detención hizo que sus curvas suavizaran esta ultima determinacion. El cuadrilatero no fue tan dueño de sí mismo. No pudo romper tan pronto su inercia. Al llegar junto a la elipse pareció como que se produjo un eclipse fugaz, y el cuadrilátero se adelantó. Recién después de haber dejado a la elipse muy atrás pudo detenerse. Pero entonces la elipse reanudó su ritmo con la misma facilidad que lo dejó, se produjo un nuevo eclipse y el cuadrilatero quedo tras ella a la misma distancia que antes.

6.
La elipse volvió a detenerse. El cuadrilátero volvió a llegar hasta la elipse. El eclipse volvió a ocurrir. Pero fue el último: fue el eclipse eterno. La elipse quedó encerrada entre el cuadrilátero en un vértigo de velocidad. Fueron muy armoniosas las curvas de la elipse entre los ángulos del cuadrilátero y así pasaron todo el tiempo de sus vidas jóvenes. Cuando fueron viejos no les importó mas de la forma y la elipse se volvió una circunferencia encerrada en un triángulo. Marcharon cada vez mas lentamente hasta que se detuvieron. Cuando murieron el triángulo desunió sus lados tendiendo a formar una línea horizontal.
La circunferencia se abrió, quedó hecha una línea curva y después una recta. Los dos unidos fueron otra línea superpuesta a la que les sirvió de camino. Y así, lentamente, se llenó el espacio de muchas líneas horizontales infinitas

Felisberto Hernandez

mas musica para la madonna de las artes



mario caporali en parque españa, rosario

jueves, 11 de junio de 2009

obliteracion



Henry Michaux - Intentos infantiles, dibujos infantiles

El niño al que le ponen en la mano un pedazo de tiza trazará desordenadamente en la hoja de papel líneas envolventes, unas casi sobre las otras.
Colmado de entusiasmo, las hace, las rehace, ya no se detiene.
.........................................................................................................................

En giros, líneas giratorias de amplios círculos torpes,
enmarañados,
incesantemente reanudados
de nuevo, de nuevo
como quien lanza un trompo

Círculos. Deseos de la circularidad.
Sitio del remolino
En el principio está la
REPETICIÓN

Conquista
sólo los círculos dan la vuelta
la vuelta de quién sabe qué
de todo
de lo conocido, de lo desconocido que pasa
que viene, que vino,
y va a volver

Circulares líneas de las ganas de incluir
(¿de comprender, de agarrar, de retener?)

Fárragos finalmente
Fibrillas fárragos pululando

Henri Michaux - Tatuajes


Los indios de la selva no se taúan realmente. No se hacen marcas profundas en la piel.
Se hacen un dibujo en la cara para ir a comer con sus amigos y lo borran al regresar. Todo el mundo ha notado que es una forma de vestirse. Algunos colores se ensucian en seguida, lo que para nosotros sería un inconveniente. Los turcos observaron sagazmente cuán indecente es el rostro. Se lanza por encima de la ropa y las miradas salen como locas. Todo lo malsano y lo bestial que tiene la piel desaparece cuando en ella se encuentran unos trazos o grillas. El rostro se vuelve intelectual antes que inteligente, se vuelve espiritual . Tranquiliza. Cuando mis indios estaban tatuados, siempre tuve la impresión de que entonces íbamos a poder hablar, salvo en caso de que el dibujo siguiera estúpidamente y engrosara los contornos de la cara y de sus componentes.
No soy un gran profeta al decir que la raza blanca adoptará el tatuaje dentro de poco. Me dicen que el estado de ánimo actual se opone claramente a ello, entre otras cosas. Los profetas dicen: "Ya lo verán", y eso les basta, al igual que a mí.
Añado solamente que el tatuaje, como todos los ornamentos, al igual que puede hacer que aparezca una superficie, con mucha mayor facilidad puede hacer que la superficie desaparezca, como un tapiz hace que desaparezca la extensión de una pared. Y ya es tiempo de hacer que desaparezca el rostro. Es en verdad imposible asumir un aspecto modesto con un rostro, a menos que éste haya sido especialmente arreglado para ello.

Descongelando el Anexo

Clarice Lispector. Es allí adonde voy



Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto,
las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy.
La punta del lápiz el trazo.
Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí a donde voy.
En la punta del pie el salto.
Parece la historia de alguien que fue y no volvió: es allí a donde voy.
¿O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Te espero. Es allí a donde voy.
En la punta de la palabra está la palabra. Quiero usar la palabra «tertulia», y no sé dónde ni cuándo. Al lado de la tertulia está la familia. Al lado de la familia estoy yo. Al lado de mí estoy yo. Es hacia mí adonde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de muerta es hacia la realidad adonde voy. Mientras tanto, lo que hay es un sueño. Sueño fatídico. Pero después, después todo es real. Y el alma libre busca un canto para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé de qué estoy hablando. Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre.
Es hacia mi pobre nombre adonde voy.

bordado

martes, 9 de junio de 2009



Acrilico
120 x 80cm
De:Alexis

Ea Filippi por María Urkizu

EA !

Rollo de papel
cielo, tierra, biología del gusano
Apuntes de la muerte.
Mano blanda, traficante de armas, zurda
topo, fondo, cuerpo en descomposición
Kokeshi reemplaza al niño muerto.
Campanillas rojas
Tajos, líneas, fauna de los cadáveres
Doloroso digital doloroso digital
Corazón rallado.
Apuntes.


Los trazos del rollo de Eleonora parecen infinitos, rasguñan, mojan, bordan, rasgan. Cosen con puntadas que no cierran.
Y el rollo se extiende. Se despliega y ofrece los cielos, y al hacerlo, encierra y traiciona.

Parece un sueño. Un sueño de otro.

Despierta Eleonora, espía el agua, pinta las campanillas rojas, peina los muñones para volverlos brotes, hinca la aguja para mirar los gusanos, y enciende el cielo con pájaros y fuegos artificiales que salen del vientre del caballo.

En el aire flotan criaturas infantiles, quizás con ellas la mirada esquive el dolor.
La mirada se vuelve nena. Ha sacudido la arena de tu corazón.

KDA Ear-Cap

CULTURA / ESPECTACULOS › MUESTRA DE DIANA AISENBERG EN EL CENTRO CULTURAL PARQUE DE ESPAñA

Para volver a creer en la pintura

Se trata de la mejor muestra de la ciudad en lo que va del año, curada por Roberto Amigo. Se llama "Escuela" y se inauguró el viernes pasado con una "Adoración a la Madonna protectora de las artes", a cargo de músicos locales.






Por Beatriz Vignoli

Una reivindicación de la pintura y del arte de pintar: eso y mucho más es la magnífica muestra individual que la pintora, docente y cazadora de intuiciones y certezas Diana Aisenberg (Buenos Aires, 1958) presenta en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) hasta el 1 de julio. Sin duda, la mejor muestra de la ciudad en lo que va del año. Con la curaduría de Roberto Amigo y titulada "Escuela", se inauguró el viernes pasado con una singular "Adoración a la Madonna protectora de las artes". (Ver: http://madonnadelarteysuperiplo.blogspot.com)

"Escuela" y "adoración" son dos palabras en las que conviene detenerse, explorándolas siguiendo el método que desarrolló Aisenberg en su proyecto en colaboración que ahora es libro: Historias del arte, Diccionario de certezas e intuiciones (Adriana Hidalgo, 2004). (Más en http://daisenberg.spaces.live.com).

El concepto de "escuela" se despliega materialmente en la muestra bajo la forma de fondos negros opacos que evocan pizarrones y trazos de pastel a la tiza cuya escena es la de la enseñanza, pero cuya iconografía se espiritualiza, por así decirlo, en tanto plantea una apuesta a la belleza sensible a través de flores, hojas, colores, animales y retratos. Pero "escuela" es también genealogía, linaje, magisterio. La de Diana Aisenberg propone un cruce singular entre: (1) el lenguaje pictórico y cromático del primer modernismo (el de Kandinsky); (2) la pintura emotiva y expresionista de los primeros años de la década de 1980; (3) el arte religioso gótico urbano del Medioevo tardío; (4) el oficio de pintar, y su alegría; (5) los cielos vistos en visiones por un místico moderno, Emmanuel Swedenborg; (6) los templos y los barrios antiguos de la ciudad de Jerusalén; (7) las estampitas que te venden en el subte, y (8) las niñas hermafroditas que habitan los mundos míticos inventados por un artista loco, un asceta del siglo XX llamado Henry Darger, hoy puesto de moda desde las categorías de lo marginal. "Voto por lo celestial en Darger", dice Aisenberg, no sin cierta mal disimulada indignación. "El arte era su curación y su plegaria". Aisenberg reniega de lo religioso como dogma y prefiere definir la fe como "una apuesta a una posibilidad".

Todo lo cual equivale a decir que si la palabra "dantesco" hubiera sido acuñada por Aisenberg, tendría que ver menos con el infierno que con el paraíso. Es que Diana Aisenberg eleva. Sube literalmente sus Madonnas de 1982 y 1983, pintadas en Loxon, a la parte del segundo túnel del CCPE que se arquea en lo alto, resignificando así los lóbregos túneles en arquitectura religiosa no dogmática y en fresco de basílica. Y "Madonna" aquí no significa estrella pop. No sólo por la fecha, sino porque en la pintura de Aisenberg "estrella" significa muchas otras cosas.

"En mi obra puede haber humor, pero no ironía. No tengo ironía, no estoy de vuelta de nada", afirma. ¿Pero qué pensar de la coincidencia entre su pelo rojo y el de la Madonna adorada? Como no viene del catolicismo sino del judaísmo, Aisenberg pasó por alto la fina distinción que hacen tanto el dogma eclesiástico como la tradición pictórica entre (1) veneración (debida a los santos), (2) hiperdulía (nombre particular que recibe el culto de la Virgen María) y (3) adoración (sólo a Dios). "Adoración", en todo caso (le sugiere la cronista), es la de los Reyes Magos por la divinidad aún no manifestada, pero señalada por la estrella de Belén que los guió. Ese mito bíblico sería además toda una alegoría de lo que le sucede al alma humana cuando toma la creación estética como camino: halla lo divino en su morada (de hecho... ¡el pesebre es una suká! coinciden entrevistada y cronista). Es guiada hasta allí por una luz en medio de la oscuridad, que viene de lo alto y que el alma, simbolizada por los reyes astrónomos, sabe reconocer como guía. Entonces, Diana Aisenberg no es la adorada (ni lo quiere ser) sino la adoratriz. No otra es su tarea como artista: partiendo de un saber (el del lenguaje pictórico) y de una forma (el mapa del cielo; la forma compositiva en este caso) sigue una intuición hasta que halla la chispa divina del sentido. Y la halla ahí donde todavía no se ha manifestado en toda su gloria. Y la adora: así como lo fue para Darger, la pintura es su plegaria. ¿Esto es místico? Esto es mítico, esto es mágico. "Mágico como transformación de una vida o de un espacio. La magia puede cuidar", define Aisenberg.

Y de transformación precisamente se trata el recorrido. Iniciado precisamente en Jerusalén, en la Universidad de Arte Bezalel, donde estudió de 1976 a 1982, sosteniéndose en el arte mientras la dictadura militar asesinaba a sus amigos. Regresó a una Buenos Aires arrasada, precaria, desolada, y asumió esa precariedad realizando sus pinturas, verdaderas exquisiteces en cuanto a composición y color, con los materiales pobres que encontraba. De 2001 en adelante, sin embargo, incorpora un barniz artesanal tipo resina, el vidrio líquido: "Más brillo, más consistencia, que brille: si hay miseria, que no se note", dice con una sonrisa.

"Esta obra, en gran parte, sale por primera vez del depósito al público especialmente en esta ocasión directo al Parque España, después de años", escribía Aisenberg antes de la inauguración en un mensaje personal. "Hay obras de los 80, o sea, 30 años que no circulan. Esta muestra, si bien tiene módulos básicos definidos por mí antes de empezar, suma una sala de proyecciones donde hay video arte, video documental, una sección que es la adoración a la madonna protectora de las artes que se realiza en cada parada de la muestra con la participación de artistas locales, esta vez coordinada por Mario Caporali, quien organiza música para la madonna". Cabe agregar que la "adoración" por la orquesta de cámara de música china mario dante/guo cheng, que debutó en esta ocasión con su primer concierto, alcanzó momentos de verdadero éxtasis barroco y dicha celestial. Vestidos de blanco y con collares de flores artificiales, Mario Caporali en voz y piano, Cecilia Lenardón y Vladimir Garbulsky en clarinetes, Emiliana Arias en percusión, Martín Merino en contrabajo, Sebastián Orozco en programación y los violinistas Pachi Gayoso y Franco Dolci, dieron una performance tan maravillosamente excéntrica como inspiradora e inspirada.

Una nota aparte merecerían las exquisitas obras recientes, donde Aisenberg resignifica (entre otros) el género paisaje, y la amplia colección de cuadernos de artista que pueden verse en esta ocasión particular. Más que suficiente para volver a creer, sí, en los Reyes Magos (aunque sólo sea en un sentido mitopoético) y, sobre todo, en la pintura.

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